jueves, 22 de marzo de 2012

Tranquilidad



tranquilidad.
(Del lat. tranquilĭtas, -ātis).
1.   f. Cualidad de tranquilo.

tranquilo, la.
(Del lat. tranquillus).
1. adj. Quieto, sosegado, pacífico.
2. adj. Dicho de una persona: Que se toma las cosas con tiempo, sin nerviosismos ni agobios, y que no se preocupa por quedar bien o mal ante la opinión de los demás.

Una intangible tranquilidad reina el día a día. Un aparente cinismo parece querer descubrirse en cada sonrisa, en un mundo que no deja de girar. En su largo viaje nos remueve a todos, aunque haya quien no se quiera mover. Y no se mueve. La tragicomedia en la que nos han envuelto parece tener los días contados, mas se respira inconsciencia, inocencia ante la magnitud de la catástrofe. Las familias van y vienen, entran y salen, los que se quedaron con sus quehaceres, se encuentran en dichos menesteres, los anquilosados, con sus historias, los jóvenes, confundidos y los viejos atados a un mundo y a un tiempo que ya no es el suyo. La inercia de la cotidianidad es la que va empujando día a día a cada una de las almas que poblamos estos lugares. El poder del estómago, bajo el cual subyuga la mayor parte, y el poder del dinero que unos pocos utilizan para controlar el poder del estómago. El tira y afloja ya aprieta mas que la holgura por la que respiramos, pronto cercara el pescuezo, mas se masca tranquilidad. Por las heridas de nuestro hogar salen lágrimas de fuego, acompañando el vals de la destrucción que tanto bailamos, pero que hace tiempo dejamos de sentir. Arrastrando un pasado que se convertirá en futuro una vez más, gracias a todos aquellos que tuvieron la oportunidad de cambiarlo y tan sólo empeoraron el panorama. Repitiendo errores pasados, pero con la veteranía que supone volver a calcar, pero más hondo y hondo cada vez. Así resulta difícil salvarse de la quema, pues todos tenemos que ver. Pero sin embargo, lo que se respira es tranquilidad, como la serenidad del que sabe lo que hace, pero sin el conocimiento de saberse útil. Si tan siquiera un poco fuera, aunque fuera por orgullo, o por puro egoísmo incluso, pero ni con esas. Oligofrénicos del tiempo, que no ven mas allá de pasado mañana. Verdugos del mañana, amantes de la destrucción, viciosos del hoy. Encomendados han sido y el pago ha sido dado, el resultado mejor obviarlo, pero las conciencias conscientes, arrastrarán las costras de responsabilidad que manchan las mentes, de quien es consciente de la falta de conciencia.

Todo, en un mundo que va pidiendo cambio, cambio al que no seremos invitados, ya que cuando se hizo, seguimos enviciando la espiral de destrucción en la que nos envolvimos, dejando un todo un panorama a nuestro alrededor. Si estamos aún a tiempo o no, es algo que juzgará el futuro.

Pero mientras, se masca la tranquilidad, cuando en el mundo reina la convulsión.

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